sábado, 26 de marzo de 2016

Y de repente...





La vida es una constante evolución. Uno va cambiando día a día, y es por eso que hay momentos en los que algunas cosas no nos importan... hasta que de repente sí lo hacen. ¿Por qué? Pues muy fácil. Al principio no nos importan porque no les damos demasiada importancia. O quizás, porque ni siquiera nos molesta. Es decir, las cosas que nos molestan hoy, posiblemente ayer no lo hicieran. ¿Os parece extraño? A mi no. Es tan simple como que muchas veces cerramos los ojos a pequeñas cosas que nos ocurren, simplemente, porque pensamos que no son tan graves.

Pero de repente, un día, abrimos los ojos y decimos: "Hasta aquí he llegado."

Eso es el caso cuando, por ejemplo, te das cuenta de que la persona con la que llevas viéndote desde hace años, en realidad no sabe nada de ti. Y que tú no sabes casi nada de ella. Porque esa persona va tan a la suya, que no retiene nada de lo que te importa. Y porque es tan hermética que es imposible que tú llegues a conocerla.


Y es entonces cuando te das cuenta de que esa relación, o lo que quiera que fuera, no te va a llevar realmente a ninguna parte. Que te ha hecho feliz mientras tú estabas dispuesta a conformarte con nada o muy poco, porque tampoco necesitabas más durante ese tiempo. Pero que ya acabó el viaje y es momento de cambiar de dirección.

Porque esas pequeñas cosas que no importan, si el compañero de viaje no es el definitivo, sí lo hacen cuando deseas que las cosas cambien, aunque el viaje no sea el definitivo. Casi igual, pero sólo casi. Cuando el compañero de viaje no es el definitivo, tienes dos opciones. Aguantar todo lo que pase, o no aguantar nada. Y aunque decidas hacer lo primero, llega un momento en el que dices que ya no estás dispuesta a que las cosas sean así. Porque con el tiempo, las personas cambian, o mejor dicho, comienzan a mostrar su verdadera cara.



Y si no te gusta en absoluto lo que ves, porque a pesar de aparentar ser una persona estupenda mientras las cosas no dejen de rozar lo superficial, cuando ya hay confianzas (que por algo dicen que da asco) cae la coraza que oculta lo que hay debajo y puede que no te guste en absoluto lo que ves.

Que alguien me diga que tengo problemas de autoestima me produce un ataque de risa hoy en día. En serio. Sí, los he tenido alo largo de la vida, sobre todo cuando no estaba en mi país con los míos. Pero creedme, sé muy bien lo que valgo. Y vosotros lo deberíais saber también (lo que valéis vosotros). No dejéis nunca que os traten con desprecio o despotismo, aunque la persona que os trate así no sea consciente de ello. Ese, en el mejor de sus casos, es su problema no el vuestro.

Yo ya tengo el cupo lleno de gente que no me ha tratado bien a lo largo de la vida y soy muy, pero que muy consciente de que puedo tener mil fallos y por supuesto no soy perfecta, pero no merezco que nadie, jamás en mi vida, me vuelva a decir lo que debo hacer en mi vida, cómo debo hacerlo, ni mucho menos que me falten el respeto.


Llega una edad en la que aprendes a estar sola, contigo misma. Aunque no te haya gustado jamás, de repente te encuentras con una persona que te quiere, incondicionalmente, y que te acompañará siempre, en lo bueno y en lo malo. Y te das cuenta que no necesitas a nadie más, porque esa persona que siempre estará a tu lado, se lo merece absolutamente TODO. Y esa persona, no es otra que tú misma.

Cuando aprendes a amarte incondicionalmente, y a dejar que tu YO sea tu mejor amiga, es cuando las cosas de repente comienzan a salir de otra manera. Ante todo, comienzas a creer en ti misma, porque TÚ puedes con todo, y no necesitas a nadie que te esté diciendo que está bien o mal lo que piensas hacer o lo que estás haciendo.


Descubres que aunque has estado toda tu vida pensando en que te habían cortado las alas, en realidad lo que ocurría es que las habían metido en una jaula de cristal con un cartel enorme que dice "NO PUEDES". Y que has sido toda tu vida tan tonta que te lo has creído. Que tu confianza en ti misma hace derretir esa jaula de cristal para que te pongas de nuevo tus alas y alces el vuelo, sin preocuparte por nadie más que por ti misma. Y descubres, que nadie más que tú ha de ponerte límites en la vida. De hecho, ni siquiera tú misma.

De que, al contrario de lo que te han inculcado toda tu vida, no necesitas a nadie a tu lado, y de hecho, nunca lo has necesitado, para poder ser tú misma; y que de hecho, la mayoría de las personas no te lo permiten porque se piensan con derecho de coger esas alas tuyas y ponerlas fuera de tu alcance.

Y dices ¡BASTA!


Es entonces, cuando se vuelve a llenar de colores tu vida y te das cuenta de que estabas viviendo en blanco y negro.

Y de repente, te ves sonriendo cuando te miras en el espejo, te sientes libre y derrochas energía, y te sientes llena de luz y amor.  No estas enfadada, ni sientes rencor. Haces uso del perdón, liberándote de todo lo que no te pertenece y poniendo cada cosa en su lugar.


De repente, te sientes libre, sin ataduras con el pasado, con las alas desplegadas y lista para volar hacia donde haga falta.


Y te das cuenta de que por fin, eres feliz.




Guárdame un sitio





Hoy hubiera sido tu 82. cumpleaños. Me hubiera gustado verte, vivirte, admirarte a esta edad. Pero no pudo ser. Hace ya muchos, muchos años que te fuiste de este mundo. Allá dónde estés, sé que me ves y me proteges. Y aunque te extraño no estoy triste, porque sé que algún día, de alguna forma, nos volveremos a ver.

Te quiero papi. Fuiste mi pilar hasta que cumplí los 13 años... después todo se torció. Me costó perdonarte. Pero hace tiempo que estoy en paz contigo, y conmigo misma. Guárdame un sitio a tu ladito, que cuando nos veamos tendré mucho que contarte... 

domingo, 20 de marzo de 2016

Un año más




Un año más acaba el invierno para dar paso a la primavera. Se queman las Fallas en Valencia, simbólicamente todo lo viejo se destruye para dejar paso a lo nuevo. 

Un año más hago resumen de lo que dejo ir y de lo que me quedo, aunque hay cosas en las que no acabo de ponerme de acuerdo. A veces, sabemos que algo ha llegado a su fin pero nos negamos a asimilarlo. Otras, empieza algo de lo que no estamos seguros. Y en ocasiones, simplemente, no sabemos si algo que hay desde hace tiempo en nuestras vidas nos tiene cansados por motivos ajenos o por uno mismo.

Porque en ocasiones lo que nos molesta no es lo que viene de fuera. En ocasiones, nos molestan algunas cosas de fuera porque hay cosas dentro de nosotros que no acabamos de asimilar. Que no sabemos como procesar, ni qué hacer con ellas.

Demasiadas veces en esta vida, lo que nos molesta, más que ser lo que tenemos en el presente, tiene que ver con ciclos que no hemos acabado de cerrar. Y es ahí cuando uno se pregunta si algo bueno ha de estar en nuestras vidas aunque a veces nos moleste, es ahí cuando debemos tomar un poco de distancia y mirar dentro de nosotros.

Este año, pensaba que tenía muy claras las cosas. Las Fallas se queman, se cierran ciclos, y lo que no sirve se va. 

Lo malo es que por momentos me doy cuenta de que sí sirve, me ayuda y me hace crecer. Me doy cuenta de que lo que me molesta no es más que un espejo de lo que no me gusta de mi misma. De que es mi tarea pendiente asimilar, crecer y evolucionar.

Tarea nada fácil, pero tarea imprescindible y que tengo pendiente.

Le doy la bienvenida a la primavera, agradeciéndo que sea consciente de ello y con el firme propósito de ponerme manos a la obra para poner los andamios y empezar las reformas en mi interior. Al menos, ya he dado el primer paso para saber qué hacer para sentirme mejor.

Por una primavera llena de cambios positivos en mi vida y en la vuestra. 

Namasté


domingo, 6 de marzo de 2016

Época de renovación

FALLAS 2016


 
De nuevo es época de renovarse.
Juntar todo lo viejo,
dejar lo que sirve
y sacar el resto nuestras vidas.

Quemarlo, sin que deje restos.
Construir cosas nuevas,
tener nuevas ilusiones,
y no recordar las cenizas.

Claudia Aragón García, 06.03.2016






sábado, 5 de marzo de 2016

A mi padre






Hoy ya hace 28 años que te fuiste de mi lado. Mucho tiempo ya, y parece que fuera ayer. Es curioso, porque los años pasan y a pesar de que deberías ser ya sólo un recuerdo lejano, cada vez que pienso en ti es como si te necesitara un poquito más. Te extraño. Extraño tu cariño y tus atenciones. Y sobre todo, el amigo que siempre tuve en ti.
Hay días en los que me faltas tanto que me falta el aliento, que me cuesta respirar. Otros, en los que caes en un rincón del olvido y no me cuesta tanto. Sé que, de alguna forma, sigues a mi lado. Pero no es consuelo suficiente. Te fuiste demasiado pronto, cuando yo más te necesitaba.
Los años pasan, y tú sigues faltándome. Estarías tan orgulloso de tu nieta, que por desgracia no llegó a conocerte. Hubierais sido tan felices juntos, porque eras un buen padre y hubieras sido un abuelo estupendo. Estoy segurísima de ello.
Aún así, permaneces en mi recuerdo y en mi corazón, y también en el de tu nieta porque le hablo mucho de ti. Y allá donde estés, espero que te siga llegando nuestro cariño.
Te quise, te quiero y te querré siempre. Algún día nos volveremos a ver, y entonces, por fin, dejaré de echarte tanto de menos.

A mi querido padre, Remigio Aragón García. *26.03.1934 +05.03.1998

Claudia Aragón García, 05.03.2016




Vivir al día



Hay momentos en la vida en los que piensas que lo tienes todo claro, y de repente, pasa algo que te hace replantearte de nuevo toda tu vida. Por el motivo que sea, comienzas a preguntarte si las prioridades que tienes en tu vida están bien establecidas, e incluso inconscientemente las cambias todas de un día a otro. Te das cuenta de que, aunque pensabas que vivías al día, dejabas fuera de tu vida cosas importantes, de que realmente no estabas viviendo si no solamente dejando pasar los días... y despiertas de golpe, dándole a cada cosa la importancia que realmente se merece.